A Horta d’Obradoiro. Santiago de Compostela.
La vida a veces te da golpes muy fuertes pero también te da momentos únicos con gente que comparte contigo aficiones como la buena mesa y sobre todo disfrutar de la vida con una sonrisa en la cara. Esta es la crónica de uno de esos momentos en que estar rodeado de buena gente te hace esbozar una sonrisilla complice en el momento que te vas acostar al acabar el día y pensar para tus adentros: “Ha sido un gran día”. La idea surgió de un calentón en un evento en el que coincidimos varios blogueros y amigos hablando de A Horta d’Obradoiro. María Jose Basanta Laurel y Canela con ese desparpajo que tiene dijo: “Pues hablo yo con Kike y organizamos algo este sábado” y allá fuimos los demás que nos apuntamos a un bombardeo, Emilia Santiago Blanco de Cousas de Milia, María Pérez Patiño de Desayuna Coruña y Juan Carlos Alonso de Gastronomía en verso con sus respectivas parejas. Gente de mucha calidad.
¿Cual fue el catalizador de esta reunión? A Horta d’Obradoiro, un establecimiento muy joven a tiro de piedra del Obradoiro capitaneado por Francisco Kike Piñeiro y Eloy Cancela del que se oyen muchas cosa buenas. El entorno es precioso con una primera parte en un bajo de una casa de piedra compostelana con un paseo de madera imitando a las dunas de Corrubedo y es que el Barbanza esta en el ADN de los creadores.
Luego pasamos a la “Horta”, el huerto de la casa ha sido acondicionado con una especie de invernadero con mesas donde disfrutar de la comida en un entorno de lo mas acogedor, la combinación de colores verde y calidez de la madera es perfecta. Ahí tenemos la mesa preparada.
De esa herencia barbanzana bañada por el Mar de Arousa surgen espacios como esta barra para tomar un aperitivo hecho con los largueros de una batea mejillonera.
Ademas dispone de un pequeño jardín al aire libre del que disfrutar si el tiempo lo permite de una charla agradable al calor de un café en la sobremesa o un gin tonic ¡que caramba!
¿Que nos proponen estos jóvenes cocineros? Una cocina basada en la sencillez y el respeto al producto, a los sabores clásicos pero con alguna concesión a la innovación. Me gusta la idea.
Para empezar no sirvieron en un chupito una sopa de tomate fría con queso do cebreiro. Me recordó mucho a los salmorejos tan del sur de España. Refrescante y sin amargor con un toque de AOVE. Una buena apertura como diría Tchaikovski.
Llego la original presentación de la fritura de pescados, otra vez recuerdos andaluces, ensartados sobre un viejo madero. Había xouba, meiga o rapante y merluza entre otros. Producto de calidad y sin disfraces acompañado de un fresco guacamole, el toque de innovación, para jugar con las texturas y sabores de los distintos pescaditos.
Seguíamos con olor a mar y Kike nos sorprendió con algo tan elemental con uno simples berberechos del 3 al vapor y servidos en tan original presentación La textura era increíble, sedosos en boca y al morderlos rompían su sabor a mar. Muy limpios y sin arenas procedentes del Grove.¡El berberecho que gran molusco!
Volvemos al mar, al verano, con una ensaladilla de mar con sus patatitas cocidas con un poco de mahonesa con alioli y tropezones de xarda y xurel. Un plato sencillo y con muchos sabores que ensamblaban a la perfección.
Cambiamos de palo con algo contundente, simple pero innovador. Un bollo de pan con harina de castañas relleno de chicharrones y queso de Arzua. Simple y llanamente delicioso. El pan tostadito con los chicharrones mezclados con el queso fundido hacina en la boca una mezcla de texturas y sabores clásicos pero que juntos son distintos. Dicen que la buena cocina te traslada en el tiempo y me traslade a mi infancia a los chicharrones que preparaba mi abuela.¿Hablamos de pescado? ¿Merluza? Una merluza ligeramente braseada con verduritas y regada con un poco de caldo de mar. Sublime sin más. Volvemos a la sencillez y respeto al producto. ¡Que fácil parece y lo difícil que es!
Tocaba un poco de carne y Kike nos presento su cochinillo deshuesado sobre cubitos de manzana y un adorno de apío. El plato se comenta por si mismo. La carne estaba jugosa y repleta de sabor. No necesito más.
El postre, volvemos al delicioso encanto de la sencillez, un clásico lemon pie con limones de su huerta y servido en una taza una maravillosa espuma, crema de manzana. ¡Sublime!, nos arranco a todos palabras de elogio tanto por la presentación como por los sabores y el juego de texturas.
Llego el momento de los cafés y chupitos. No había de pota, fallo…¡grrrr!. El chupito nos ofrecieron un licor jamaicano made in Galicia con un delicioso sabor a toffee.
Hablemos de complementos, no voy a hablar de bolsos y zapatos, ¡No hijo, no!. Esos complementos que bien pueden amargar una comida como un mal pan o un vino no adecuado a los platos que se acompañan. Aun recuerdo un penoso Rioja con D. O. que hubo que tomar con gaseosa de lo malo que era.
El pan un delicioso bollo con corteza tostada y miga esponjosa, el pan de siempre. Valoro mucho un buen pan y en Galicia debería estar penado con cárcel poner un mal pan en la mesa.
En vinos nos propusieron un D.O. Rías Baixas de O Rosal, Altos de Torona y un mencía de D.O. Ribeira Sacra, Regina Viarium. Buenos acompañantes de tan excelente comida.
En la sobremesa y tras saludar al resto de los comensales del local con especial recuerdo a una pareja de franceses que se sentaron a nuestro lado y con los que trabamos amistad, Kike se sentó con nosotros y hablamos no solo de cocina si no de la vida y sus cosas. No lo conocía personalmente pero me pareció un tipo encantador. Una charla que se podía haber prolongado horas tanto por los temas que se tocaban como por lo que aportaban mis compañeros de mesa.
Muchas gracias a mis compañeros de mesa por haberme hecho pasar una sábado tan entretenido y como dato os digo que cuando nos dimos cuenta eran las nueve de la noche. Y es que cuando estas con buena gente el tiempo pasa volando. No quiero olvidarme de dar las gracias al servicio de sala que fue de lo más amable y atento en todo momento con nosotros.
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